Sunday, July 03, 2005

VIAJE A UTOPÍA

Decían los tratados y contaban las leyendas que aquel mar era el más peligroso y engañoso de cuantos había en la faz del planeta. Numerosas eran las historias de buques desaparecidos y de expediciones de rescate que habían sufrido la misma suerte de la que pretendieron librar a los náufragos: nadie había vuelto con vida.
Pero él había decidido surcarlo; era la única manera de llegar a las costas de Utopía, la isla bienaventurada donde una humanidad nueva construía en paz sus días y los niños se ejercitaban en el arte de volar.

Cuando se acercaba al estrecho por el que era inevitable pasar para entrar de lleno en el mar maldito, como muchos lo llamaban, una fuerte tormenta eléctrica se desató.
La tripulación, predispuesta ya, vio en la tempestad un augurio nefasto. Alguien contó que en el contorno de una nube delineada por el resplandor del rayo, se había dibujado la boca abierta de un enorme tiburón celestial. Otro oyó, mientras achicaba en la bodega, voces ensordecedoras que gritaban “Volved” “Regresad” “No sigáis adelante”.
En un breve sueño que el capitán tuvo cuando cabeceó por un momento vencido por la fatiga de tres días sin dormir, porque no despejó hasta la mañana del cuarto, una mujer surgía del mar y se acercaba a él para decirle algo al oído. Cuando despertó había olvidado las palabras pero recordaba vivamente los ojos profundos en los que parecían reflejarse las estrellas.

Entraron en aguas del mar tempestuoso hacia el mediodía: el tiempo era bueno y el viento también.

Lo único que se sabe sobre el resto del viaje es lo que puede deducirse de un documento que dice ser trascripción de un mensaje escrito en papel con el sello personal del capitán que fue encontrado dentro de una botella en las costas del sur, tres años después. Dice así:
“Llegamos a Utopía a los siete días de trayecto sin haber encontrado marejada ni peligro alguno para la navegación. Fuimos recibidos con gran alborozo por los pobladores. Escribo esto con la esperanza de que algún día llegue a manos de alguien que pueda asentar mi testimonio en los registros convenientes ya que tanto yo como el resto de los tripulantes hemos decidido quedarnos y no regresar jamás.
Según me dijo un viejo marino residenciado en la isla, todas las historias que circulan por el mundo acerca de las amenazas de este mar y las catástrofes ocurridas en él, así como los reportes sobre la vida y costumbres de los habitantes de Utopía fueron escritos por gentes que jamás se atrevieron a continuar más allá del estrecho.”

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